Queremos ofrecer aquí una selección de los mejores restaurantes para visitar en la Ciudad de Buenos Aires.
El sistema de puntuación permite valorar y distinguir los establecimientos que ofrecen la mejor calidad culinaria de acuerdo con los siguientes criterios: selección de los productos, creatividad, dominio de los puntos de cocción y de los sabores, ambiente, servicio y relación calidad/precio, con 1, 2 o 3 estatuillas (la máxima distinción).
La estatuilla de los premios de la Academia Argentina de Gastronomía es un diseño del reconocido artista plástico, tradicionalmente porteño, Ernesto Bertani, realizada en plata 900 por el maestro orfebre Juan Carlos Pallarols.
REFERENCIAS
Cocina muy buena
Cocina sobresaliente
Cocina excepcional
Recomendado: calidad=precio razonable
hotspots
Chef: Gabriel Oggero.
Cocina: argentina moderna, de producto.
Chef Ejecutivo: Daniel Hansen.
Cocina: italiana y mediterránea de autor.
Ubicado en el Barrio Catalinas. Ambiente agradable y cálido, coronado por claraboya que culmina una doble altura. Boisserie de madera clara, mesas del escultor Villegas, y sector Bar con elegante barra en madera oscura, de destacar el barral de 8 m de largo ,que divide el bar del salón , trenzado en 5 tientos de cuero crudo de potro, obra del gran artesano soguero Guillermo Rojas. Este restaurante es un clásico de la ciudad: con una cocina honesta , simple pero muy cuidada: Carnes de novillos Angus de más de 450 kilos criados a campo de pastoreo, en nuestra generosa e inmensa pampa. La carne se madura entre 12 y 15 días, menor colesterol y el mejor sabor y terneza del mundo. Muy buen pescado a la parrilla.
En Recoleta, adyacente al Alvear Palace Hotel, donde antes estaba el restaurante La Bourgogne, del que conserva la decoración y el estilo sobrio y elegante. Se puede ingresar por uno de los costados del hotel. No es la tradicional parrilla porteña, puesto que a los cortes de carne habituales (de muy alta calidad) agrega otros, novedosos y originales (como el centro de la paleta llamado “hokuba”). No sólo sirve carne vacuna sino también aves (incluso pato y codorniz), ciervo, cordero y algunos pescados. El pulpo a la parrilla es único en Buenos Aires. Recomendables el ojo de bife con hueso y el cordero patagónico.
Anchoíta es el restaurante que Enrique Piñeyro abrió hace un año en Villa Crespo. En el interior su arquitectura y decoración es llamativa, tiene un patio con horno a leña y una cocina con toda la tecnología. Se autodefine como «cocina de mercado y de estación, con base en productos nacionales de alta calidad, agroecológicos y artesanales». Con una materia prima de lujo, el menú pone especial énfasis en los pescados: anchoítas marplatenses, centolla fueguina fresca, empanada de dorado, kamados, también embutidos home made, chipá relleno y, como principal, asado de obra o T-bone; la guarnición, de raíces. Al postre, helado de mango y maracujá picante con frambuesas hidrogenadas es el epílogo perfecto de una velada inolvidable. Estación de quesos con 40 variedades. Buena carta de vinos a cargo de la renombrada sommelier Valeria Mortara. Todo es rico y con precio justo, servicio eficiente y con muy buena predisposición. Obligatorio reservar.
Desde su nueva ubicación en Recoleta, este talentoso cocinero sigue dando cátedra en materia de técnica y sabores. Es un espacio moderno, muy bien iluminado, con una enorme cocina a la vista que se destaca como parte de la decoración. Gonzalo Aramburu, acompañado de un equipo joven y motivado, ofrece un menú de 16 pasos, sin florituras, donde la sutileza, elegancia y sabor son sus características sobresalientes. Para destacar: la presentación de los platos, en una vajilla que conquista al comensal desde el primer impacto visual, platos que hablan el mismo idioma de sus maravillosas creaciones y que ayudan a hacer de esta experiencia un momento inolvidable. Sin dudas, unos de los mejores restaurantes de Buenos Aires. La mejor relación precio/calidad de la ciudad. “Premio Mejor Cocinero 2014” de la Academia Argentina de Gastronomía.
Ubicado en el barrio de San Telmo. El lugar es pequeño, pocas mesas, agradable, buena atención, cordiales. Su muy divertido chef Leandro “Lele” Cristóbal le da una onda muy especial con su estilo skater y sus tatuajes. Cocina a la vista, con personal muy calificado y dispuesto a explicar cada plato con sus componentes e ingredientes. Tiene un menú acotado y platos muy generosos donde se destacan los montaditos en pan casero o baguette, especialmente el de boquerones en vinagre con chorizo colorado y el de tapenade y anchoas. El cordero con arroz y el ojo de bife son magníficos. Platos abundantes para compartir. Postres excelentes, principalmente la créme brulée y el bavaroise de maracuyá. Ingredientes muy frescos. La carta de vinos es limitada, pero razonablemente balanceada.
Ubicado en Puerto Madero, con una preciosa vista sobre el río. Con un ambiente sobrio y moderno, el restaurante de Andrés Porcel se ha mantenido en constante evolución. Una experiencia gastronómica única, de la mano del talentoso chef Bargero, donde las materias primas del terruño se llevan todo el protagonismo. Menús degustación de 3 o 7 pasos. La atencion es muy cordial y profesional, con explicación de cada plato con lujo de detalle. Sus panes artesanales dan que hablar. Extraordinaria bodega. Es, sin duda, uno de los mejores restaurantes de la Argentina. «Premio Mejor Restaurant 2007» de la Academia Argentina de Gastronomía. Miembro de Relais & Châteaux desde 2017.
Ubicado en el barrio de Palermo. En el salón, un imperdible «Oyster Bar» ofrece una variedad de gustosas ostras que provienen de la Patagonia. Se sirven con limón, Tabasco o vinagre de échalotes, al graten, al horno en horno de leña con hierbas frescas; crudas con pepino, ginebra y tónica granita. Aquí el chef Gabriel Oggero recrea una vibrante cocina de producto, fresca y contemporánea, que permite descubrir la Argentina en cada plato: ostras y camarones de la costa atlántica, truchas y corderos de la Patagonia, estupendas carnes pampeanas y coloridas papas y hierbas autóctonas de la frontera con Bolivia, quesos de Lincoln. Una importante cava de vinos y espumantes, y una gran barra de tragos y cócteles. Excelente panera. Servicio atento y profesional.
Ubicado en un ambiente refinado de una antigua casona de 1900 en Palermo Soho, el lugar no es grande pero muy cómodo para los comensales. El chef, Dario Gualtieri, de bajo perfil, se inspira en productos nacionales en un Menú Degustación que lleva también un maridaje con vinos argentinos de bodegas conocidas. Más que un bistrot en el sentido francés de la palabra, se trata de un auténtico restaurant de alta calidad y originalidad. El menú cambia frecuentemente, lo que invita a volver, y las sorpresas pueden venir del lado de los tomates reliquias, de las ostras de San Antonio Oeste, del lomo de ciervo colorado, de la llama o del cordero braseado 6 horas con mousseline de coliflor. Una excelente opción gastronómica dentro de la oferta de alto nivel de Buenos Aires.
Ubicada en una casona antigua en una esquina del barrio de Palermo, con paredes de ladrillo y techos de doble altura, es ideal para disfrutar la mejor carne argentina. Los cortes que se sirven son de animales criados exclusivamente a pasto. Don Julio es una parrilla que ha trascendido largamente al barrio, sus mesas son compartidas por turistas extranjeros y público local, cada uno con sus preferencias. Imperdibles sus achuras, la provoleta y sus empandas criollas (fritas) y pastas, con una especial mención al ojo de bife y la entraña. Excelente carta de vinos, recomendada por su dueño, el sommelier Pablo Rivero.
En pleno San Telmo se encuentra este lugar casi oculto. Su propietario y chef, Fernando Rivarola, explora los productos autóctonos de todo el país. Propone una carta con cortes de animales de la fauna argentina: ñandú, ciervo, llama, yacaré, faisán, perdiz, codorniz, conejo, liebre, vizcacha, jabalí y búfalo. También pescados y mariscos frescos del Atlántico y de río. El menú degustación de 7 pasos es original, delicioso y se actualiza cada 15 días, de acuerdo a la existencia de productos y su estacionalidad. Tiene una muy buena cava con variedad de etiquetas de regiones vitivinícolas de nuestras tierras, que completan la oferta. Se necesita reserva.
Lugar de peregrinación y culto de la gastronomía porteña. Fundado en 1934, ha sido visitado por infinitas personalidades, lo que se refleja en la colección de afiches que recubren sus paredes. Se caracteriza por la pizza al molde, pizzas de muzzarella, napoiliatanas, y especialmente recomendada la famosa fugazzeta rellena, con cebolla, jamón y muzzarella, de gran tamaño. Los postres son caseros y porteños por definición y adopción: flan, tarantella, budín de pan y arroz con leche. Servicio eficiente aunque esté siempre lleno. Sólo efectivo.
Antiguo comedor de los obreros que trabajaban en los talleres del barrio de Barracas en los años 50. Con el tiempo y de la mano de la familia Castro se fue transformando en un histórico bodegón, un lugar de culto que recibe tanto a comensales nacionales como a extranjeros que disfrutan de su peculiar ambiente. Es un poco como comer en un museo; las paredes están tapizadas de fotos antiguas, personajes famosos y recuerdos de boxeo y el fútbol en homenaje al rico pasado del barrio. Detrás de esa fachada hay una cocina con inolvidables pucheros, pastas, pescados y paellas, con tradicionales postres caseros, entre tantas otras cosas. Una experiencia que no se debe perder.
Uno de los restaurantes del Hotel Four Seasons, ubicado en la subida de la calle Cerrito, en uno de los barrios más elegantes de la Ciudad de Buenos Aires. Muy buena ambientación e iluminación adecuada, mesas amplias y sillones confortables, con su cocina y grill abiertos y una atención amable y esmerada. Su menú es corto pero variado, con distintas alternativas de carnes y pesca grilladas (Kobe, Dry aged), pastas con cocciones y salsas correctas. Destacados: el pulpo grillado con alioli de perejil, ravioles de berenjenas ahumadas y para terminar el sambayón de malbec con membrillos asados. Buena carta de vinos. Los domingos se sirve un nuevo estilo de Brunch, uno de los mejores de la ciudad.
Ubicado en el barrio de Palermo. El amplio salón de azulejos negros es elegante y tranquilo, con una larga barra con taburetes para quienes prefieran comer al paso o tomarse un trago. Como su nombre lo indica, hornos y fuego son protagonistas, ninguno deja de arder durante las horas en que abre Fayer. El responsable de la cocina es el conocido chef Mariano Muñoz y su inspiración se encuentra en el medio oriente, con platos también mediterráneos y la infaltable parrilla de carnes argentinas, la cual ofrece algunos cortes Kosher y pescados. Son íconos destacados de esta cocina no tradicional, pero de alta calidad, el riquísimo hummus de remolacha, el excepcional pastrón con hueso y la Baklawa, típico pastel turco. Una buena carta de vinos de alrededor de 40 etiquetas con vinos naturales de bodegas boutique permite una elección razonable para el comensal. Fayer abre todos los días al mediodía con un Menú Ejecutivo y los domingos se sirve un brunch. Excelente servicio muy profesional.
A metros de la estación Belgrano R se encuentra este pequeño, escondido y cálido restaurante de pocos cubiertos. Inspirado en los tradicionales bistrós, ofrece la mejor cocina francesa en Buenos Aires, con una atención muy cordial y profesional. Propone una cocina de mercado, que cambia acorde a la estación con platos muy elaborados y una selección de productos frescos muy rigurosa y exigente. También hay menú degustación de 4 y 7 pasos. Destacados: huevo orgánico mollet con raíces de invierno y trufas negras, vacherin de cítricos y la creme brulée de naranja y cardamomo. La panera viene con panes caseros acompañados con caviar de olivas negras, manteca con sal y manteca trufada. Carta de postres y quesos exquisita. Carta de vinos muy correcta con variedad y calidad.
Es un pequeño local con alta rotación de clientes. Una experiencia en todo sentido: Mariano Ramón es uno de los cocineros porteños con mejor manejo en la combinación de sabores, aromas y temperaturas en un solo lugar: Los platos sorprenden por su originalidad y el servicio por su celeridad, eficiencia y profesionalidad. Los platos salen rápido y su tamaño permite compartir. No se aceptan reservas, por lo que se recomienda ir temprano, comer y seguir.
Ubicado en Villa Crespo, en una antigua casona decorada con cuadros que son bolsas de café, un ambiente alegre y un servicio de primera. Su filosofía es promover la identidad Latinoamericana, resaltando lo que nos une culturalmente y lo que nos hace plurales y distintos. De la mano del chef colombiano Santiago Macías, propone un menú degustación de siete pasos en un recorrido de sabores desde México hasta el sur (Colombia, Perú, Argentina) y los platos más representativos de la región, todo con la armonía de vinos de distintas regiones de la Argentina. El segundo domingo de cada mes hay «Desaiuno», una exquisita propuesta de brunch. Es necesario reservar.
Ubicada en el barrio de Palermo, cuenta en Buenos Aires con dos espacios separados por pocos metros denominados La Cabrera y La Cabrera Norte. Supo instalar un estilo durante los años de surgimiento de Palermo para convertirse en un clásico al que llegan muchos extranjeros. Su dueño, Gastón Riveira, es la cara del restaurant y responsable del estilo de su cocina. Ya cuenta con franquicias en países como Chile, Uruguay, Paraguay, México y Filipinas. Su carta se caracteriza por platos típicos de la comida argentina como provoletas y sus famosas mollejas entre las entradas y cortes de carne grandes servidos con infinidad de salsas y acompañamientos tradicionales.
Restaurante pequeño de grandes sabores. Salón informal con un racimo de mesas apretujadas, y otras en la vereda. Aquí el chef Daniele Pinna recrea la personalidad vibrante de la cocina de Cerdeña para gloria de los vecinos de Recoleta. Muy buenos antipasti, variedad de quesos italianos, y notable carta de vinos nacionales y del resto del mundo. Sirve carne, pesca y pasta. No olvide consultar por los platos del día. Exquisitos los agnolotti del plin (rellenos de osobuco braseado) y el risotto al funghi porcini . Imperdibles pennette al Caccio e Peppe – terminados en la propia horma de queso pecorino romano – si además de apetito, urge saciar la nostalgia del paese. Un tiramisú servido en muy generosa porción es ideal para compartir la experiencia.
Ubicado en el barrio de Palermo en un edificio histórico que fue remodelado conservando el respeto por su arquitectura. Tiene capacidad para 200 cubiertos entre la terraza y el pequeño salón, donde se exhiben pescados frescos delante en la barra. La terraza es una excelente opción si el día lo amerita. Los platos son típicos y únicos, muy bien también la carta de tragos. La Mar tiene su casa central en Lima y sedes en seis ciudades de América: Bogotá, San Pablo, Santiago de Chile, San Francisco, Miami y Buenos Aires.
Está ubicado en el barrio de Recoleta. Elegante, muy bien ambientado, con mesas cubiertas con manteles blancos, grandes cortinados, espejos, arañas y apliques para la iluminación. Gran servicio de mesa. Su chef y propietario, Daniel Hansen, un jujeño de ascendencia danesa, ofrece platos de cocina italiana con fuerte acento en los risottos, las pastas rellenas y las carnes. Pero no faltan los pescados, todo es delicioso. Plato recomendado: risotto con osobuco. El precio es medio/alto. Tiene Menú Ejecutivo los mediodías. La carta de vinos es bastante completa y a precios razonables. Un poquito oscuro de día. Como es pequeño – solo 50 cubiertos – se recomienda reservar siempre.
Ubicado en pleno barrio de Recoleta, de los exitosos propietarios de la Pecora Nera, un nuevo emprendimiento al cual se accede a través del elegante Hotel Boutique “Hub Porteño”. Muy buena ambientación e iluminación en un ambiente cálido e íntimo. Su menú incluye diversos cortes de carnes y también ofrece una alternativa vegetariana, otra de pastas y pesca grillada. Las empanadas y el pulpo son recomendables como entrada y el pastel de choclo como acompañamiento. Muy interesante opción para almuerzo con un menú de muy buena relación precio-calidad. Carta de vinos mayoritariamente con vinos de la bodega Catena.
En Palermo, en el renovado polo gastronómico de la calle Cerviño, esta ubicado este nuevo emprendimiento de Pablo Massey de cocina italiana. Ambientación moderna y “canchera”, desde la vereda con mesas y sillas de madera, manteles de papel, muy amablemente atendido. Dedicado casi exclusivamente a las pastas, todas bien presentadas y con buenos puntos de cocción. Buenos antipasti, muy recomendado los carcciofi a la romana. Los 29 hay ñoquis de papa rellenos a mano con mozzarella y parmesano. Carta corta de vinos nacionales, seis bodegas elegidas y vinos orgánicos. Venden la pasta y otros productos en el almacén.
Ubicado en una esquina tanguera que fue almacén, rotisería y despacho de bebidas, se transformó en uno de los “Bares Notables de la Ciudad”. Miramar mantiene el estilo de bodegón y ofrece platos de raíces españolas y porteñas. Mariscos y pescados finos, jamones, rabo de toro, jabalí ahumado, lechón al horno, caracoles, ranas a la provenzal, pulpo gallego, extraordinarias sardinas españolas y una de las mejores tortillas del país son algunas de las opciones para deleitarse. Champagne francés, sidras artesanales y vinos argentinos de añadas agotadas acompañan los platos. Mozos fieles al boliche recomiendan los platos del día. «Gran Premio Mejor Bodegón Tradicional de Buenos Aires” de la Academia Argentina de Gastronomía. Económico y con carta variada que permite visitarlo varias veces sin repetir los platos.
Ubicado en La recova de Posadas, un clásico porteño, con origen en el barrio de Boedo instalado en Recoleta desde 1992. Con una ambientación que hace recordar a restaurantes de otra época de Buenos Aires, confortable y con un servicio muy profesional y atento. Una parrilla que ha mantenido su muy buen nivel de calidad en carnes y achuras, con cortes muy seleccionados, asi como son muy buenos los productos usados para sus acompañamientos. Muy recomendados el ojo de bife, el vacio del fino, las crujientes papas españolas. Carta de vinos nacionales.
En manos del carismático chef Tomás Kalika, “Mishiguene Cocina de Inmigrantes”, como les gusta definirse, reinterpreta con técnicas de cocción moderna las clásicas recetas de la diáspora judía (Europa, África y Oriente Medio), privilegiando productos, texturas y sabores. La experiencia comienza con algún trago de la casa y una deliciosa panera de bagels, pan pita, pepinos, mostaza antigua y aceite de oliva. Imperdibles: el “Baba ganoush”, la “flor para un Mishiguene», la “Bureka de hongos y huevo 63º”, los “Varenikes de papa con schmaltz y gribenes” y el pastrón, ahumado a la leña en cocción a baja temperatura. Servicio impecable, los mozos alegres y serviciales explican con paciencia los detalles de la comida y la historia de la misma. En Almacén Mishiguene se pueden comprar algunas delicias que se sirven en el restaurante. Se recomienda reservar.
El primero de esta franquicia peruana en Buenos Aires, está ubicado en una casa esquina típica del barrio de Palermo Hollywood. Decorado con buen gusto, donde la piedra y el agua se combinan con el fresno, el guayubirá y el guatambú. Su barra de tragos se enfrenta a la barra que da sobre parte de la cocina abierta donde se ve trabajar a los sushimen. La propuesta gastronómica es de cocina Nikkei moderna. Con un estilo innovador, que nada tiene que envidiarle a Nobu de NY o Miami, se pueden disfrutar de sushi, nigiris, tiraditos, ceviches, variados woks, entre otros platos calientes. Los productos de mar son todos muy frescos y con la mayor variedad posible. La carta de vinos es amplia y bien balanceada por tipos de vino y bodegas. Están las que no pueden faltar. Propuesta para compartir entre 2: Tiradito Perú, Tiradito Carpassion, Crispy Rice y Nigiri Katsu. Como platos principales: Spicy Sower Shrimp y Balsamic Truffle. Para terminar un delicioso Suspiro Amazónico.
Este tradicional lugar, mantiene su calidad y una moderna propuesta, que ha virado un poco desde la cocina tradicional española, a una más autóctona y porteña. Emilio Garip, propietario y reconocido gourmet, se ocupa personalmente de su fiel clientela. La carta ofrece platos entrañables en su version más pura: tortillas, jamones, cordero, mariscos y pescados muy frescos en sabias cocciones. La extraordinaria cava totaliza unas 17.000 botellas, algo inusual para un restaurante. Gran conocedor de vinos, Garip importa estupendos blancos de Galicia y los oportos Graham’s de Portugal. “Premio Mejor Bodega de Restaurant 2005” de la Academia Argentina de Gastronomía.
Este tradicional lugar, mantiene su calidad y una moderna propuesta, que ha virado un poco desde la cocina tradicional española, a una más autóctona y En el límite de Palermo Soho. Su ubicación atípica para un restaurante es parte de la propuesta. El ambiente, antes era un taller mecánico, es dinámico, con mesas de madera individuales y otras para compartir, con la cocina bien a la vista, donde lo que domina es un horno de barro, clave de casi todos sus platos. La carta es simple pero contundente y está basada en productos frescos y de calidad de estación. Platos para compartir, todos muy ricos: paté de hongos, mostaza antigua casera, hierbas y pepino. Pan de masa madre y aceite de oliva extra virgen; granos crocantes, verdes y granada; terrina de conejo, mostarda de membrillo y perifollo; berenjenas asadas; pesca de alubias y achicoria. Para terminar el flan o los zapallos en almíbar. La carta de vinos es su mayor debilidad. Se recomienda llevar sus vinos. Hay que armarse de paciencia o llegar temprano ya que no toman reservas. Descontracturado.
Martin Rebaudino, un cordobés identificado con los sabores mediterráneos, abrió su propio bistró en una esquina de Recoleta. El lugar es pequeño, sobrio y elegante. El chef tiene un dominio total de la técnica para conseguir una rica variedad y perfección en cada plato. Su joven cocina es una apasionante síntesis entre los productos del mercado y un sabio manejo de texturas, cocciones, sabores y colores. Con una sólida base, juega con oficio la libertad de experimentación de la actual cocina de su generación. Roux es, sin duda, uno de los mejores restaurantes del país. Cartas de estación. Muy buena bodega con interesante selección de vinos. Es indispensable reservar.
Ubicado en una tranquila calle de Palermo Hollywood. Es un espacio diseñado con detalles estéticos de buen gusto, un ambiente armónico donde se combinan muy bien la madera, el granito y las formas geométricas con una importante presencia de plantas verdes. El servicio y la atención son excelentes y sus mozos conocen a la perfección los detalles de su carta, inspirada por el célebre chef norteamericano Mathew Kenny. Es difícil imaginar una propuesta gastronómica de tan alto nivel para un restaurante abierto hace solamente 7 meses. Ellos mismos se definen como una “cocina del mundo basada en vegetales”. Una propuesta vegana, con platos exquisitos sin ningún derivado animal. Esto se verifica al recorrer la carta y ver expresiones típicas de la India, México, Sudeste Asiático, Francia e Italia, entre otros. El menú nocturno se divide en: snacks, suave, fuerte y dulce. Imperdibles: panisse, empanada de carbón activado, palta masala, spaghetti asiático, ravioles de boniato, zapallo a la cal. Platos abundantes, se recomienda compartirlos. Una carta de pocos vinos, bien balanceada, clasificados como naturales, biodinámicos y orgánicos. Se puede pagar descorche.
Ubicado en San Telmo, muy cerca de la Plaza Dorrego, es un referente de la auténtica cocina vasca en Buenos Aires. Forma parte del Grupo Sagardi que desde hace veinte años maneja varios restaurantes de cocina vasca tradicional en el mundo. Dirigido por la familia Fuocco, con Juan en el salón, y su personal calificado, es capaz de hacer vivir una experiencia diferente de lo que se encuentra habitualmente en Argentina. El restaurant tiene dos partes: adelante, más informal, con una barra donde uno puede disfrutar de pintxos, y atrás donde están las mesas con una carta más amplia. La especialidad es el Txuleton, carne asada de vacas viejas con un sabor completo. Dispone de un pequeño salón en el subsuelo para eventos privados. Buena selección de vinos, dentro de los cuales se destaca ‘UCO’ un vino elaborado a partir de viñedos propios de Malbec del Valle de Uco.
En Palermo Soho, un barrio interesante lleno de pequeños restaurantes, pero donde resulta difícil estacionar. El chef/propietario Maurizio de Rosa tiene experiencia internacional, pues ha manejado restaurantes en el extranjero y tiene formación universitaria, por lo que está personalmente dispuesto a explicar en qué consisten sus platos, su proceso de elaboración y a responder por la calidad de los ingredientes que utiliza (muchos de los cuales son importados, como por ejemplo los tomates). No espere la tradicional pizzería porteña donde la pizza es idéntica a si misma, siempre igual y de tipo genovés. Aquí la pizza es un plato elaborado y refinado de tipo napolitano (es decir, pequeña y de masa fina). El lugar está elegante y sobriamente decorado y no pretende ser un bodegón transplantado: su decoración elude el lugar común de la pizzería tradicional decorado con “posters” turísticos de ciudades italianas. No acepta tarjetas de crédito. El tiramisú es memorable.
Ubicado en pleno centro porteño, en medio de un desarrollo muy moderno, TANTA es otro proyecto del chef peruano Gastón Acurio, localmente a cargo del del chef venezolano Allen Mezzoni. Un ambiente amplio, agradable y bien ambientado. Comida tradicional peruana: pastas, guisos peruanos, anticuchos, piqueos, sanguches, ensaladas y sopas. Se destacan el Ají de Gallina, los ribs de cerdo y un espectacular Chaufa de arroz y quinoa con pollo con salsa de chifa. Las papas huancaínas son especiales. No hay carta de postres, está todo a la vista. La carta de vinos es acotada, pero se pueden llevar vinos y abonar el descorche. No toman reservas, por lo que conviene llegar con bastante anticipación y disfrutar de la muy buena barra de tragos. Pisco sour del mejor!
Ubicado en el corazón de Palermo Hollywood, su presentación exterior es muy discreta, pero adentro la decoración minimalista, su piso de madera y la cocina a la vista predisponen bien al comensal. Figurar como el mejor restaurant en Argentina según la clasificación de The World Fifty Best Restaurants en 2017, le significó a su chef German Martitegui ratificar el nuevo rumbo que le dio a su restaurant. Menú degustación de 10 pasos, donde cada plato ha sido pensado para homenajear un ingrediente del país, sea una zanahoria o un cordero. Se le da mucho lugar a los vegetales, la mitad de los ocho primeros platos salados. También se intenta rescatar productos poco conocidos o valorados en la cocina argentina como el topinambur o el choique patagónico (especie de ñandú). Esto conforma un viaje culinario muy original y siempre sorprendente. El menú puede estar acompañado por una selección de vinos acorde a cada plato, como opción. Cabe destacar una amplia carta de muy buenos vinos, todos argentinos, presentada por un sommelier de primer nivel. Servicio está a la altura del lugar, discreto y profesional.
En una esquina de Villa Crespo funcionó durante muchos años la tintorería de la familia Yafuso. Fabián Yafuso (hijo del famoso tintorero) reabrió el lugar transformándolo en un restaurante de comida japonesa con especialidad en sushi y pescados a la parrilla. El local conserva la estética de siempre. Súper chiquito, se come en la barra, ya que no hay mesas, en la que reciben a diez comensales por turno. La cocina, abierta a la barra, permite ver como Fabián, junto a sus compañeros, preparan cada uno de los platos con paciencia y dedicación, más allá de una técnica admirable en el manejo de los productos. El ambiente es relajado e informal. Todo es exquisito. Un consejo: pida platos para compartir, así puede probar una mayor variedad. Es muy difícil conseguir lugar, pero inténtelo, vale la pena!.
Ubicado en el Hotel Panamericano, pero con entrada independiente por un ascensor trasparente. Federico Fialayre, al frente de la cocina, ha permanecido fiel a la tradición familiar y a los principios culinarios de su madre y su tía, las hermanas Cóncaro, manteniendo el nivel de excelencia a lo largo de más de 40 años de trayectoria. Un lugar elegante, tranquilo y confortable, con servicio profesional. Un ícono destacado de la cocina porteña que sin ninguna duda merece el calificativo de «gourmet». Imperdibles los ravioles de alcaucil y de espinaca. Muy buen carta de vinos. “Gran Premio al Arte de la Cocina” de la Academia Argentina de Gastronomía.
Una verdadera trattoria italiana ubicada sobre el boulevard Cerviño, en Palermo. Las mesas, con sus manteles a cuadros, llegan hasta la vereda y permiten disfrutar del ambiente chic y tranquilo del barrio. Olivetti cumplió 6 años y sigue convocando a fanáticos de la buona cocina italiana. Una carta equilibrada de pastas clásicas, carnes y postres; con ingredientes frescos y orgánicos de productores argentinos, en su gran mayoría de la granja “La Pebeta”, en Cardales. Elabora todas sus pastas con semolina, en una máquina traída de Italia. Su chef, Juan Ayesa, desarrolla la verdadera “cucina di mercato”. El menú del mediodía es sin dudas de lo mejor de Buenos Aires, todas las semanas varían los especiales: pesca de alta mar (bonito y pez limón), mariscos frescos (spaghetti alle vongole), trufas y porchetta de los miércoles, son algunas de las propuestas que nos transportan a italia por un rato. La lista de vinos naturales y modernos sorprende con algunos vinos italianos importados y algunos incunables argentinos!. Tiene una de las más lindas terrazas de la ciudad para cuando asoma el buen tiempo. Mejor reservar.
Ubicado en pleno barrio de Villa Crespo, en un galpón con techos altísimos, la decoración es prima donna. Luces teatrales entre cortinados de terciopelo y una imponente e impecable cocina de acero a la vista marcan el regreso del chef Rlodrigo Sieiro a la alta cocina. Una cocina moderna, de autor, donde la materia prima es protagonista. Productos frescos, de estación, sofisticados y mucha técnica en la elaboración de los platos. Muy buena la carta de vinos y servicio profesional.